martes, 25 de febrero de 2014

CLEPSYDRA 14 UNA DE 300 (CONCLUSIÓN)



“Una de 300”
(Conclusión)
Marisol Velázquez Caro[1]
“Te tomé mientras cedías y me dabas más espacio en el cual dejar huellas del estrago. No das señales. Sólo permaneces ya no pura, pues has sido franqueada una y otra vez por mis ataques. Sí. Eres mía. Al menos en este instante en que otros ojos no pueden observarte, eres mía. Justo ahora eres mía porque sé que nadie más puede tocarte; que nadie más puede dañarte con suspiros como lo hago yo. Por ahora es tiempo, he de concluir algo por primera vez. Serás testigo de ello y prometo colorearte después. Ya no será más el transparente con puntos suspensivos”.

-Era de esperarse –dice Saúl inclinando su cabeza hacia el lado derecho y moviéndola de un lado hacia otro- ¡Pero espera! No contestes tan rápido, piénsalo. ¿Qué dice el mensaje?
-¡Ah! estaba por enviar una confirmación. Me pregunta que cómo estoy y me comenta que se encuentra en la ciudad desde hace unas semanas y que le gustaría verme.

-Mmm… -Saúl hace una mueca no aprobatoria- y ¿cómo te sientes?
-Me ha movido todo…–Gama respira profundamente y mira hacia el cielo. Sus manos sostienen el celular y permanece sentada- siento nervios, ansias, temor, culpa, ganas de verla… en fin.
-Pero tú no le hiciste nada, no tengas miedo. No pasa nada si se ven y por una vez en tu vida enfrentas cara a cara las cosas y no con una cartita, ¿no crees?
-Sí, ya tres años. Supongo que es hora de comportarme distinto.

2:30 a.m. y Gama no puede dormir; asegura que no es por las 3 tazas de café que bebió antes de ir a la cama. Gira de un lado hacia otro, no deja de pensar en Septiem y en esa mujer. Sabe que en la mañana, muy temprano tiene una cita a la cual piensa asistir y concretar lo iniciado horas antes. Enciende la luz, toma el celular que permanece en su buró y escribe:

¡Hola! Perdón por la hora. Me da gusto que estés por aquí. Yo estoy por terminar la licenciatura, me atrasé un poco. También me gustaría verte, puede ser el viernes o sábado, tú decide hora y lugar. ¡Abrazos!

Ya es jueves, Gama no ha tomado el transporte público hacia el lugar de siempre. Casi no durmió y se fue caminado. El pronóstico del clima que checó minutos antes, asegura que están a siete grados. Se cubrió bien con una chamarra negra. Su cabeza mira hacia el suelo, como queriendo asegurarse de los pasos que da. A ratos saca su boca de la bufanda y logra exhalar vapor. Respira entonces más aire frío. Septiem la ve llegar, busca su mirada. Se encuentran. Sonríen. Él le ofrece su mano y la acerca hacia el interior de un taxi que contrató más temprano.
Gama no habla durante el recorrido, Septiem tampoco pues no quiere incomodarla. Ella observa el paisaje de afuera, luego los detalles del auto. Ve sus ojos en el retrovisor, observa también al taxista, quien al percatarse del silencio, pide permiso para poner un disco. Ellos lo dejan, no lo dicen, pero cualquier género musical es mejor que el silencio producido por los nervios.

-¿Puedo fumar?– pregunta Gama mientras enciende un cigarrillo.
-Ya lo haces…- responde Septiem riendo.
-¡Ah! Lo siento, este tipo de lugares no me gustan. Recuerdo algunas cosas.
-¿Quién más está aquí con nosotros?
-¡Nadie!- Gama se siente descubierta.
-Iré al balcón. Cuando sólo quedemos tú y yo, alcánzame. Y no. No pasa nada si nunca llegas. Quiero estar con Gama, con esa mujer que no ha sido hecha a la medida de la producción en serie; con aquélla que se dejará llevar por este momento irrepetible. De lo contrario, no te quiero aquí.

Los fantasmas de Gama tardaron en irse. Fumó los 5 cigarrillos que quedaban en su cajetilla. Recordaba ese momento en que no fue capaz de entregarse. La sensación aquella de huir por temor a involucrarse, parecía ganar terreno. Caminó dos veces hacia la puerta y se arrepintió. Abrió otras tres su libreta y a la cuarta la cerró definitivamente. Se sentó en la cama unos minutos y envolvió su rostro entre las manos. Luego, sin pensarlo caminó hacia el balcón. Por primera vez los ojos de Gama mostraban seguridad, volvía a tomar el control.
Iluminación. Frío. Y de a poco la temperatura se incrementa en la habitación. Observamos ropas en el suelo, no hay orden. Subimos la mirada. Dos personas de pie: hombre y mujer. Ella contra la pared con la espalda expuesta y sus manos sujetadas por otras manos de manera vertical. Cambian de posición, ella se gira y él la toma en sus brazos, no dejan de mirarse. Ahora es la cama quien funge como testigo, es ella quien dará cuenta de lo que ocurre justo ahora. Ya no vemos. Escuchamos sólo. La respiración agitada nos inquieta: es ella. Palabras y más palabras. Sabemos ahora cómo se llaman porque pronuncian una y otra vez sus nombres.
Esperamos. Momentos más tarde asomamos la mirada. Una mano delgada se ha abandonado con la palma hacia arriba a un extremo de la cama. Seguimos ese camino, vemos piel y más piel, la cual no busca arroparse pues lo está por alguien más. Hay una sonrisa: es ella. De él no vemos su expresión, está de espaldas. Septiem encima suyo y pese a la diferencia en cuanto a peso, parece cuidarla, nos damos cuenta por el rostro de Gama y por las caricias que él realiza sobre su cabello.
Ahora tranquilidad y descanso. Hay que digerir lo ocurrido. Ella no piensa en nada, sólo colores vienen a su mente. Duerme luego. Él no deja de mirarla y piensa en un sinfín de posibilidades. Sabe que (contrario a sus prédicas) no puede manejar esta situación. Quiere que forme parte de su vida, pero está convencido de que no es tiempo. “Seguro en otra vida fuimos parte de un todo, pero la manera en que nos encontramos ahora indica que, o no debimos conocernos; o es temprano para hacer de dos, un solo camino” –piensa.
Gama ha llegado 20 minutos antes a la cita con esa mujer del pasado. Ahora no ha llevado más que su celular y unas monedas para el café que piensa pedir. No hay escaparate esta vez. Tiene que hacer lo que hace tiempo debió: hablar.

-¿Otra vez temprano? Eso me recuerda algo…
-Hola. Sí. Pero esta vez no hay hojas de libreta, ¿ves?– Gama ríe y extiende sus manos para mostrar que no ha llevado nada más.
-¿Cómo estás?–“Ella” pregunta mientras se sienta en una silla frente a Gama. Se le ve relajada.
-Pues, contrario a lo que pensé, justo ahora los nervios se han ido –sonríe- ¿Qué tal te ha ido?
-No hay palabras para describir todo lo que he vivido. He mejorado en todos los aspectos de mi vida. La existencia ha sido grata conmigo, creo que en demasía, y…
-Espera, espera… antes de que sigas –inhala profundamente- quiero hablar sobre aquel día. Sé que te fuiste por mi culpa y no…
-¡No! Espera tú. Eso es mentira. Espero no dañar tu ego, pero los planes ya estaban. Ese día no pudimos conversar, pero mi deseo era que vinieras conmigo.
-¿Qué?– Gama se muestra incrédula.

-Sí. Así fue. Y no te voy a mentir, la pasé mal un rato porque obviamente eras significativa para mí, pero más allá de eso, me lastimó tu actitud. Creí que lo mejor era dejarte con tus fantasmas y algún día encontrarnos. Ese día es hoy.
Gama permanece pensativa, con los ojos bien abiertos y las manos entrelazadas recargadas en su boca. Nadie habla, hasta que el silencio es interrumpido por el mesero que pregunta qué han de ordenar.
-Debo decir que me costó mucho lidiar con todo eso –Gama se muestra seria- hasta hace unas semanas creí que eras prueba superada, pero apareciste de nuevo.
-¿Y cómo te sientes?
-Es como si el tiempo no existiera o como si se hubiera detenido. Sigues significando mucho para mí– su voz se quiebra e intenta impedir el llanto.
-Gama, pero ¿En qué sentido? Porque hasta donde me han dicho tienes pareja.
-¿Qué?– se sorprende y recuerda aquel día en que la vio con Septiem, quiere indagar -¿Quién te dijo? ¿Cómo es que sabes?
-Bueno, bueno… no sé si sea tu pareja, pero él me dijo que estaban saliendo.
-¿Él? ¿De dónde lo conoces?– Se intriga más.
-Fue casualidad, nos tocó en asientos contiguos cuando yo llegué. Él me platicó de “Gama”: una mujer que recién conocía y que estaba inquietándolo. Luego me lo volví a topar, pero es todo. Él no sabe que te conozco.
-¡Ah!– Gama siente alivio al saber que no tiene una relación más estrecha con él - Bueno, no somos pareja. Y respondiendo a tu pregunta, es obvio. Sólo que ahora me divido.
-Es obvio ¿qué? –ríe con malicia.
-Te quiero…
-Yo también te quiero, Gama. Siempre serás importante para mí, pero ese cariño ha mutado. Ya no estamos en sincronía. Lo siento.

Lo había hecho, había drenado el flujo que tanto tiempo hubo de frenar. Sentía tristeza y el ego herido, pero también alivio. “Ella” estaría dos meses más y habían acordado verse antes de que partiera. Ambas estaban convencidas de su compatibilidad y por ello era buena opción mantener contacto. Gama recordaba una vez en la que, al saberse entre dos caminos, escribió en alguna hoja de libreta:

Por ahora me divido. Quiero viajar hacia ambos lugares y no es posible, puesto que la presencia de un 50 por ciento permanece quitándole espacio al otro. ¡Cómo es posible que digan que todos tenemos atado un hilo rojo hacia un solo ser! En mi caso, por equivocación fueron dos. Y aun así he de elegir. Si bien he convergido con tantas personas a lo largo de mi vida, es verdad que solo pocas son especiales. Una de esas 300, que me dijo el diorama aquel, eres tú Septiem; y otra más eres tú que me confundes y te largas cuando se te pega la gana. Pero la suma de 1 + 1 nunca han resultado 1; y es precisamente un 1 el que quiero que resulte. Aunque bien podría aplicar una resta en lugar de suma, pero en tal caso daría cero y no sé si sea peor que tratar que dé 1.

Lo bueno de lo anterior era que, ahora tenía el resultado esperado. Sin pensar le habían facilitado las cosas. ¿Qué hacer? Ir hacia ese 1 despejado; arrojarse de la cima; correr en busca de. Ya sabía el “qué”, por lo tanto el “cómo” no sería difícil.
-¿Y cuánto hace que no le ves? –preguntó Saúl cuando en la conversación salió a flote el tema de Septiem.
-Pues… a ver… ya casi diez meses.
-¿Y no sabes nada de él? ¡Ah! ¿No verdad? Se me olvidaba que lo suyo era “sólo casualidad”, ja, ja, ja –dice con sarcasmo.
-Lo curioso es que lo tengo en mi lista de contactos del messenger, ambos tenemos nuestros números de celular, pero no me ha buscado. Pienso que quizás me bloqueó –ríe con resignación- En fin, sólo desapareció.
-O sea que al final sí quiso “mantener contacto”.
-Sí, pero eso ya no importa. Todo esto me ha dejado una gran lección. Mira lo que escribí hace días –le acerca su computadora.

16-09-2009 (12 y algo a.m. -lo verifico después.)
Hoy, luego de que aconteceres pasados me hablaron de soledad y ruego, permanezco así: tratando de recrear un mundo nuevo, en el que sólo hay un protagonista. El primer año que ha de ser diferente porque así lo quise, porque así es que comencé a hablar y ahora no puedo decir que no, simplemente porque no lo siento. El ruego está bien, más que yo ahora mismo. El mal, no sé cómo esté y me importa menos que el ruego. Y el que puede semejarse a uno o a otro no se hace presente. Estoy. Debo seguir entre lluvia que no ha parado desde ayer. 17° dice el pronóstico del tiempo, de ese tiempo que una vez hubo de advertir el todo, el que puede presumirse como lo más, en comparación del ruego y del pasado. Así ha sido en estos días y la música de Il Divo acompaña las letras al tiempo que dice: "no me abandones así: hablando sólo de tí (...) regresa a mí, quiéreme otra vez (…)”. Sí. Quiero que "regreses a mí" como dice la canción. Pero nunca estuviste al 100%, entonces ¿qué puedo pedir? Lo cierto es que el whisky Old Smugler, con la leyenda "Distilled in Scotland" se hizo presente en las compras del supermercado y que no sabe mal -puedo afirmar. Así trato de olvidar: así y ahora. No fue ella. No fuiste. Tampoco la compañía que, carente de sustancia, pretendía  mezclarse. Quizás sea el alcohol quien hable por mí, pero ahora sé que siempre fui yo. Nadie más. Sin drogas, analgésicos o placebos, la existencia desnuda se hace presente. Me muestra el espacio abierto, un escenario que de a poco elimina las sombras, que deja entrar claridad al tiempo que un espejo insiste en ser observado. El reencuentro no es fácil. Estar de pie, lograr admirarme, erguir la mirada y ver mi cuerpo desnudo produce un gran vacío; mismo que merma a cada inhalación de luz y exhalación de oscuridad que se genera. Seguiré escribiéndote “hoja en blanco”, pero es tiempo de dormir. El alcohol ha hecho estragos. Buenas noches…





[1] Nació en Cherán, Michoacán, el 14 de julio de 1985. Ahí realizó sus estudios de educación básica. Posteriormente emigró a Morelia. En 2003 ingresó a la Licenciatura de Lengua y Literatura Hispánicas de la que se gradúo en 2007. Fue parte del equipo de monitoreo en el área de radio y televisión de la filial de PR Newswire México, Notilog. Actualmente cursa el 3er grado de la Licenciatura en Educación Media Superior Intercultural con especialidad en Ciencias Sociales en el Centro Universitario Juana de Asbaje (CEUJA) de Zamora y se desempeña como profesora de español en la Secundaria Federal de Paramuén “Presidente Benito Juárez”.

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