HISTORIA Y FICCIÓN
CLEPSYDRA 14
Juan Manuel Espinosa[1]
El presente escrito se hizo pensando en la visita que
hizo el Dr. Alfredo López Austin, a la ciudad de Morelia, el pasado 7 de
noviembre, donde asistió a la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la
UNAM, donde impartió la conferencia magistral, “El agua y el fuego. La
taxonomía dualista en Mesoamérica”. No había coincidido con el Dr. López
Austin, hasta el año 2004, cuando lo vi en el Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la UNAM y me firmó Los
Mitos del Tlacuache en el tiempo en que
yo era académico del área de Historia de la UAM-I.
En marzo de 2005, siendo profesor de la UAM-I, en la materia
Historia
Mundial Económica, Política y Social se introdujo una explicación breve de Mesoamérica para posteriormente
explicar el proceso de conquista en esa parte geográfica del continente
americano. En clase, un alumno mencionó
que antes de ingresar a la UAM había leído Azteca de Gary Jennings manifestando que la misma era “una
excelente obra para analizar a los aztecas y a Mesoamérica”. Azteca, escrita en 1981, hace una crítica negativa a los aztecas y al mundo
mesoamericano; cuando el autor hace referencia al cataclismo de los mexicas a
manos de Hernán Cortés se expresa así:
“... a la total destrucción de la ciudad por el Capitán General Hernán Cortés, quedaron muy pocos indios ancianos de quienes poder tener una historia oral verídica. Incluso los trabajadores que actualmente reconstruyen la ciudad son en su mayor parte mujeres, ancianos decrépitos que no pudieron tomar parte en las batallas, niños y zafios campesinos traídos a la fuerza de los alrededores. Todos ellos estúpidos. (...) los indios son criaturas miserables en las cuales apenas se pueden encontrar vestigios de la humanidad; que nunca han tenido; que ni siquiera tienen un lenguaje escrito comprensiblemente; que nunca han tenido leyes escritas, sino solamente costumbres y tradiciones bárbaras; que siempre y todavía son adictos a toda clase de intemperancias, paganismo, ferocidad y lujuria; que hasta recientemente torturaban y quitaban la vida violentamente a causa de su diabólica religión.” (Jennings, 2011, 11-12).
En esta parte seguiré la obra de Alfredo López Austin, Los Mitos del Tlacuache; el especialista en los mexicas nos da una respuesta
histórica para contradecir a Jennings. En Europa, en el siglo XVI,
“los mitos fueron satanizados, literalmente, al ser atribuidos a la inspiración del Demonio. Esta idea dominó por siglos. Llegó a América con la conquista. Los españoles creyeron encontrar al Demonio en este continente, y el supuesto descubrimiento de su enemigo fue uno de los apoyos ideológicos más eficaces para justificar la destrucción y el sojuzgamiento de los conquistados. Tras los dioses americanos quisieron ver una voluntad real, maléfica, cruel, distorsionadora de los sacramentos, que sujetaba a los infelices indígenas con la esclavitud de la falsa creencia. Según su intencionada visión, muchas generaciones atrás el Demonio había domeñado a los naturales, y ahora los cristianos aparecían como los libertadores. Bien podían cobrar en los cuerpos los beneficios a las almas. El mito indígena se convirtió en la prueba fehaciente de la presencia del Demonio”. (López Austin, 2003, 127).
Jennings realizó una historia narrativa sin la
consulta de fuentes y Azteca no es
una obra histórica sino una obra literaria. El lector se puede dar cuenta que
hay dos concepciones totalmente diferentes, es obvio que este texto de López
Austin se ajusta más a la veracidad histórica, dado que Jennings nunca utiliza
referencias bibliográficas para basar sus argumentaciones. La novela
histórica es un medio de lectura para la explicación de los procesos
históricos (Montes, 2005) siempre y cuando sea recomendada por un
historiador. Azteca, es un best seller histórico que presenta el pasado
mesoamericano como cruel, ignorante e inferior; el relato novelístico deja ver
a Occidente como el “salvador” de Mesoamérica al imponer una cultura dominante
mediante la conquista. Es una literatura comercial que se impone en el seno de
la cultura, al establecer intereses ideológicos del neoliberalismo. Este legitima a la cultura dominante, misma que se inculca transmitiéndose
–mal explicada- a las nuevas generaciones; presenta hechos verdaderos y falsos en
una obra de “ficción cuasi-histórica” que no se sujeta a una objetividad o
subjetividad histórica y presenta una forma de falsificar la historia con la
ideología de Occidente. (Wallerstein, 2004, 16).
El profesor
universitario, mismo que se enfrenta a lectores universitarios que han leído la
novela de Jennings, enfrenta un problema pedagógico que tendrá que ser paliado
utilizando recursos didácticos propios de la enseñanza y el aprendizaje de la
historia de Mesoamérica. Los maestros deben echar mano de probadas lecturas de
especialistas sobre el pasado mesoamericano así como de visitas guiadas a zonas
arqueológicas. Yo hice lo siguiente: como complemento didáctico me
llevé a mi grupo de aproximadamente 25 alumnos a la Sala Azteca del Museo de Antropología e Historia, el
domingo 6 de marzo de 2005. Varios alumnos manifestaron conocerla, por tanto, la
visita sirvió como recordatorio de esta civilización mesoamericana. Luego, les
dejé leer Visión de los Vencidos
de Miguel León-Portilla y La
educación de los antiguos nahuas de Alfredo López Austin. Al final del curso, los estudiantes ampliaron su conocimiento sobre los
aztecas y el mundo mesoamericano.
Bibliografía Consultada:
González Díaz, Cruz Alberto, “Alfredo López Austin, Perfil Bio-Bibliográfico”,
Clepsydra, n. 10, octubre de 2013,
p.3.
Jennings, Gary, Azteca, México, Planeta, 2001.
López Austin, Alfredo, Los mitos del tlacuache.
Caminos de la mitología mesoamericana, México, UNAM-IIA, 2003.
Montes de Oca, Elvia,
“Las novelas como apoyo en la enseñanza de la historia”, ponencia mencionada en
el Coloquio Sobre la Enseñanza de Historia de México, celebrado en las
instalaciones de la Academia Mexicana de la Historia, miércoles 16 de mayo
de 2005.
Wallerstein, Emmanuel, “La escritura de la historia”, Contrahistorias, n.2, Marzo-Agosto, 2004, p. 43.
[1]
Doctor en Humanidades, área Historia, por la UAM-I, profesor de la UAM-I, de
1999 a 2005; profesor de la ENAH, 2005; Diplomado del Primer Ciclo de Actualización para profesores Universitarios y
Profesionistas de Historia, por el Colegio de México 2005; medalla al
Mérito Universitario por la UAM-I en 2007; profesor-investigador de la
Universidad de Quintana Roo de 2006 a la fecha; Estancia Sabática en el
Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo de 2013 a 2014.
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