“Una
de 300”
(Conclusión)
“Te
tomé mientras cedías y me dabas más espacio en el cual dejar huellas del
estrago. No das señales. Sólo permaneces ya no pura, pues has sido franqueada
una y otra vez por mis ataques. Sí. Eres mía. Al menos en este instante en que
otros ojos no pueden observarte, eres mía. Justo ahora eres mía porque sé que
nadie más puede tocarte; que nadie más puede dañarte con suspiros como lo hago
yo. Por ahora es tiempo, he de concluir algo por primera vez. Serás testigo de
ello y prometo colorearte después. Ya no será más el transparente con puntos
suspensivos”.
-Era de esperarse –dice Saúl inclinando
su cabeza hacia el lado derecho y moviéndola de un lado hacia otro- ¡Pero
espera! No contestes tan rápido, piénsalo. ¿Qué dice el mensaje?
-¡Ah! estaba por enviar una
confirmación. Me pregunta que cómo estoy y me comenta que se encuentra en la
ciudad desde hace unas semanas y que le gustaría verme.
-Mmm… -Saúl hace una mueca no
aprobatoria- y ¿cómo te sientes?
-Me ha movido todo…–Gama respira
profundamente y mira hacia el cielo. Sus manos sostienen el celular y permanece
sentada- siento nervios, ansias, temor, culpa, ganas de verla… en fin.
-Pero tú no le hiciste nada, no tengas
miedo. No pasa nada si se ven y por una vez en tu vida enfrentas cara a cara
las cosas y no con una cartita, ¿no crees?
-Sí, ya tres años. Supongo que es hora
de comportarme distinto.
2:30 a.m. y Gama no puede dormir;
asegura que no es por las 3 tazas de café que bebió antes de ir a la cama. Gira
de un lado hacia otro, no deja de pensar en Septiem y en esa mujer. Sabe que en
la mañana, muy temprano tiene una cita a la cual piensa asistir y concretar lo
iniciado horas antes. Enciende la luz, toma el celular que permanece en su buró
y escribe:
¡Hola!
Perdón por la hora. Me da gusto que estés por aquí. Yo estoy por terminar la
licenciatura, me atrasé un poco. También me gustaría verte, puede ser el
viernes o sábado, tú decide hora y lugar. ¡Abrazos!
Ya es jueves, Gama no ha tomado el
transporte público hacia el lugar de siempre. Casi no durmió y se fue caminado.
El pronóstico del clima que checó minutos antes, asegura que están a siete
grados. Se cubrió bien con una chamarra negra. Su cabeza mira hacia el suelo,
como queriendo asegurarse de los pasos que da. A ratos saca su boca de la
bufanda y logra exhalar vapor. Respira entonces más aire frío. Septiem la ve
llegar, busca su mirada. Se encuentran. Sonríen. Él le ofrece su mano y la
acerca hacia el interior de un taxi que contrató más temprano.
Gama no habla durante el recorrido,
Septiem tampoco pues no quiere incomodarla. Ella observa el paisaje de afuera,
luego los detalles del auto. Ve sus ojos en el retrovisor, observa también al
taxista, quien al percatarse del silencio, pide permiso para poner un disco. Ellos
lo dejan, no lo dicen, pero cualquier género musical es mejor que el silencio
producido por los nervios.
-¿Puedo fumar?– pregunta Gama mientras
enciende un cigarrillo.
-Ya lo haces…- responde Septiem riendo.
-¡Ah! Lo siento, este tipo de lugares no
me gustan. Recuerdo algunas cosas.
-¿Quién más está aquí con nosotros?
-¡Nadie!- Gama se siente descubierta.
-Iré al balcón. Cuando sólo quedemos tú
y yo, alcánzame. Y no. No pasa nada si nunca llegas. Quiero estar con Gama, con
esa mujer que no ha sido hecha a la medida de la producción en serie; con aquélla
que se dejará llevar por este momento irrepetible. De lo contrario, no te
quiero aquí.
Los fantasmas de Gama tardaron en irse.
Fumó los 5 cigarrillos que quedaban en su cajetilla. Recordaba ese momento en
que no fue capaz de entregarse. La sensación aquella de huir por temor a
involucrarse, parecía ganar terreno. Caminó dos veces hacia la puerta y se
arrepintió. Abrió otras tres su libreta y a la cuarta la cerró definitivamente.
Se sentó en la cama unos minutos y envolvió su rostro entre las manos. Luego,
sin pensarlo caminó hacia el balcón. Por primera vez los ojos de Gama mostraban
seguridad, volvía a tomar el control.
Iluminación.
Frío. Y de a poco la temperatura se incrementa en la habitación. Observamos
ropas en el suelo, no hay orden. Subimos la mirada. Dos personas de pie: hombre
y mujer. Ella contra la pared con la espalda expuesta y sus manos sujetadas por
otras manos de manera vertical. Cambian de posición, ella se gira y él la toma
en sus brazos, no dejan de mirarse. Ahora es la cama quien funge como testigo,
es ella quien dará cuenta de lo que ocurre justo ahora. Ya no vemos. Escuchamos
sólo. La respiración agitada nos inquieta: es ella. Palabras y más palabras.
Sabemos ahora cómo se llaman porque pronuncian una y otra vez sus nombres.
Esperamos.
Momentos más tarde asomamos la mirada. Una mano delgada se ha abandonado con la
palma hacia arriba a un extremo de la cama. Seguimos ese camino, vemos piel y
más piel, la cual no busca arroparse pues lo está por alguien más. Hay una
sonrisa: es ella. De él no vemos su expresión, está de espaldas. Septiem encima
suyo y pese a la diferencia en cuanto a peso, parece cuidarla, nos damos cuenta
por el rostro de Gama y por las caricias que él realiza sobre su cabello.
Ahora
tranquilidad y descanso. Hay que digerir lo ocurrido. Ella no piensa en nada,
sólo colores vienen a su mente. Duerme luego. Él no deja de mirarla y piensa en
un sinfín de posibilidades. Sabe que (contrario a sus prédicas) no puede
manejar esta situación. Quiere que forme parte de su vida, pero está convencido
de que no es tiempo. “Seguro en otra vida fuimos parte de un todo, pero la
manera en que nos encontramos ahora indica que, o no debimos conocernos; o es
temprano para hacer de dos, un solo camino” –piensa.
Gama
ha llegado 20 minutos antes a la cita con esa mujer del pasado. Ahora no ha
llevado más que su celular y unas monedas para el café que piensa pedir. No hay
escaparate esta vez. Tiene que hacer lo que hace tiempo debió: hablar.
-¿Otra vez temprano? Eso me recuerda
algo…
-Hola. Sí. Pero esta vez no hay hojas de
libreta, ¿ves?– Gama ríe y extiende sus manos para mostrar que no ha llevado
nada más.
-¿Cómo estás?–“Ella” pregunta mientras
se sienta en una silla frente a Gama. Se le ve relajada.
-Pues, contrario a lo que pensé, justo
ahora los nervios se han ido –sonríe- ¿Qué tal te ha ido?
-No hay palabras para describir todo lo
que he vivido. He mejorado en todos los aspectos de mi vida. La existencia ha
sido grata conmigo, creo que en demasía, y…
-Espera, espera… antes de que sigas
–inhala profundamente- quiero hablar sobre aquel día. Sé que te fuiste por mi
culpa y no…
-¡No! Espera tú. Eso es mentira. Espero
no dañar tu ego, pero los planes ya estaban. Ese día no pudimos conversar, pero
mi deseo era que vinieras conmigo.
-¿Qué?– Gama se muestra incrédula.
-Sí. Así fue. Y no te voy a mentir, la
pasé mal un rato porque obviamente eras significativa para mí, pero más allá de
eso, me lastimó tu actitud. Creí que lo mejor era dejarte con tus fantasmas y
algún día encontrarnos. Ese día es hoy.
Gama permanece pensativa, con los ojos
bien abiertos y las manos entrelazadas recargadas en su boca. Nadie habla,
hasta que el silencio es interrumpido por el mesero que pregunta qué han de
ordenar.
-Debo decir que me costó mucho lidiar
con todo eso –Gama se muestra seria- hasta hace unas semanas creí que eras
prueba superada, pero apareciste de nuevo.
-¿Y cómo te sientes?
-Es como si el tiempo no existiera o
como si se hubiera detenido. Sigues significando mucho para mí– su voz se
quiebra e intenta impedir el llanto.
-Gama, pero ¿En qué sentido? Porque
hasta donde me han dicho tienes pareja.
-¿Qué?– se sorprende y recuerda aquel
día en que la vio con Septiem, quiere indagar -¿Quién te dijo? ¿Cómo es que
sabes?
-Bueno, bueno… no sé si sea tu pareja,
pero él me dijo que estaban saliendo.
-¿Él? ¿De dónde lo conoces?– Se intriga
más.
-Fue casualidad, nos tocó en asientos
contiguos cuando yo llegué. Él me platicó de “Gama”: una mujer que recién conocía
y que estaba inquietándolo. Luego me lo volví a topar, pero es todo. Él no sabe
que te conozco.
-¡Ah!– Gama siente alivio al saber que
no tiene una relación más estrecha con él - Bueno, no somos pareja. Y
respondiendo a tu pregunta, es obvio. Sólo que ahora me divido.
-Es obvio ¿qué? –ríe con malicia.
-Te quiero…
-Yo también te quiero, Gama. Siempre
serás importante para mí, pero ese cariño ha mutado. Ya no estamos en
sincronía. Lo siento.
Lo había hecho, había drenado el flujo
que tanto tiempo hubo de frenar. Sentía tristeza y el ego herido, pero también
alivio. “Ella” estaría dos meses más y habían acordado verse antes de que
partiera. Ambas estaban convencidas de su compatibilidad y por ello era buena
opción mantener contacto. Gama recordaba una vez en la que, al saberse entre
dos caminos, escribió en alguna hoja de libreta:
Por ahora me divido. Quiero viajar hacia ambos lugares y
no es posible, puesto que la presencia de un 50 por ciento permanece quitándole
espacio al otro. ¡Cómo es posible que digan que todos tenemos atado un hilo
rojo hacia un solo ser! En mi caso, por equivocación fueron dos. Y aun así he
de elegir. Si bien he convergido con tantas personas a lo largo de mi vida, es
verdad que solo pocas son especiales. Una de esas 300, que me dijo el diorama
aquel, eres tú Septiem; y otra más eres tú que me confundes y te largas cuando
se te pega la gana. Pero la suma de 1 + 1 nunca han resultado 1; y es
precisamente un 1 el que quiero que resulte. Aunque bien podría aplicar una resta
en lugar de suma, pero en tal caso daría cero y no sé si sea peor que tratar
que dé 1.
Lo
bueno de lo anterior era que, ahora tenía el resultado esperado. Sin pensar le
habían facilitado las cosas. ¿Qué hacer? Ir hacia ese 1 despejado; arrojarse de
la cima; correr en busca de. Ya sabía el “qué”, por lo tanto el “cómo” no sería
difícil.
-¿Y
cuánto hace que no le ves? –preguntó Saúl cuando en la conversación salió a
flote el tema de Septiem.
-Pues…
a ver… ya casi diez meses.
-¿Y
no sabes nada de él? ¡Ah! ¿No verdad? Se me olvidaba que lo suyo era “sólo
casualidad”, ja, ja, ja –dice con sarcasmo.
-Lo
curioso es que lo tengo en mi lista de contactos del messenger, ambos tenemos nuestros números de celular, pero no me ha
buscado. Pienso que quizás me bloqueó –ríe con resignación- En fin, sólo
desapareció.
-O
sea que al final sí quiso “mantener contacto”.
-Sí,
pero eso ya no importa. Todo esto me ha dejado una gran lección. Mira lo que
escribí hace días –le acerca su computadora.
16-09-2009
(12 y algo a.m. -lo verifico después.)
Hoy,
luego de que aconteceres pasados me hablaron de soledad y ruego, permanezco
así: tratando de recrear un mundo nuevo, en el que sólo hay un protagonista. El
primer año que ha de ser diferente porque así lo quise, porque así es que
comencé a hablar y ahora no puedo decir que no, simplemente porque no lo
siento. El ruego está bien, más que yo ahora mismo. El mal, no sé cómo esté y
me importa menos que el ruego. Y el que puede semejarse a uno o a otro no se
hace presente. Estoy. Debo seguir entre lluvia que no ha parado desde ayer. 17°
dice el pronóstico del tiempo, de ese tiempo que una vez hubo de advertir el
todo, el que puede presumirse como lo más, en comparación del ruego y del
pasado. Así ha sido en estos días y la música de Il Divo acompaña las letras al
tiempo que dice: "no me abandones así: hablando sólo de tí (...) regresa a
mí, quiéreme otra vez (…)”. Sí. Quiero que "regreses a mí" como dice
la canción. Pero nunca estuviste al 100%, entonces ¿qué puedo pedir? Lo cierto
es que el whisky Old Smugler, con la leyenda "Distilled in Scotland"
se hizo presente en las compras del supermercado y que no sabe mal -puedo
afirmar. Así trato de olvidar: así y ahora. No fue ella. No fuiste. Tampoco la
compañía que, carente de sustancia, pretendía
mezclarse. Quizás sea el alcohol quien hable por mí, pero ahora sé que
siempre fui yo. Nadie más. Sin drogas, analgésicos o placebos, la existencia
desnuda se hace presente. Me muestra el espacio abierto, un escenario que de a
poco elimina las sombras, que deja entrar claridad al tiempo que un espejo
insiste en ser observado. El reencuentro no es fácil. Estar de pie, lograr
admirarme, erguir la mirada y ver mi cuerpo desnudo produce un gran vacío;
mismo que merma a cada inhalación de luz y exhalación de oscuridad que se
genera. Seguiré escribiéndote “hoja en blanco”, pero es tiempo de dormir. El
alcohol ha hecho estragos. Buenas noches…